Los teléfonos celulares podrían estar matando a las abejas

El teléfono celular se ha convertido más que en un accesorio, en un dispositivo fundamental, llegando a ser para muchos de nosotros como una extremidad más. Gracias a él las telecomunicaciones se han desarrollado como nunca en la historia del hombre y ahora podemos saber – mientras tengamos señal y batería – cómo se encuentra una persona en el otro lado del mundo a tiempo real. Sin embargo, este dispositivo móvil que ha acompañado al ser humano por casi 30 años podría ocultar un oscuro secreto, y es que de acuerdo a unas recientes investigaciones los celulares podrían estar matando a las abejas.

De acuerdo a las investigaciones de Daniel Favre del Instituto Federal de Tecnología Suizo, las señales emitidas y recibidas por los teléfonos celulares podrían estar afectando seriamente – o incluso matando – a las abejas. Para llegar a esta conclusión, Favre registró las reacciones de las abejas a teléfonos celulares cercanos a ellas en tres diferentes modos: apagados, en reposo y haciendo una llamada.

Los resultados preliminares de estas pruebas son contundentes: hay una clara afectación a las abejas por los teléfonos celulares cuando éstos se encuentran haciendo llamadas. Según Favre, “Las abejas son sensibles a los pulsos electromagnéticos producidos por los teléfonos celulares”. Estas alteraciones pueden desorientar a una abeja al grado de abandonar su enjambre, dejándolas amparadas a un destino cuyo desenlace más probable es la muerte.

No obstante no hay que caer en el sensacionalismo y, como dice Favre en su reporte, los experimentos fueron hechos con teléfonos celulares localizados a una corta distancia de las abejas. En otras palabras, las situaciones en las que un teléfono celular esté lo suficientemente cercano a una abeja como para afectarla seriamente son muy pocas. Sin embargo, esta investigación crea un precedente para futuras investigaciones que indaguen con más detalle los efectos de las telecomunicaciones en las abejas y otros seres sensibles a los pulsos electromagnéticos en situaciones más realistas y no tan inusuales como la de la investigación de Favre.

Vía | Mashable

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