El año pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) se gastó 30 millones de euros para que medio centenar de investigadores indagaran en la relación entre el uso de teléfonos móviles y el riesgo de desarrollar tumores cerebrales. El resultado fue que ni sí ni no, ni todo lo contrario, que es la misma conclusión alcanzada por el billón de estudios similares hechos antes y después.
Y de momento no ha habido más novedades al respecto. Pero un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association “confirma” que mantener largas conversaciones por teléfono móvil, de más de 50 minutos de duración, afecta “de algún modo” al tejido cerebral, incrementando el metabolismo del cerebro ligeramente en la zona más próxima al teléfono. Los investigadores detectaron un aumento en el consumo de glucosa –el alimento del cerebro– superior en un 7% respecto al resto del órgano.
En palabras de la Dra. Volkow, co autora del estudio, “los datos muestran que el cerebro es sensible a las ondas electromagnéticas, nos guste o no”. Pero de momento no sé sabe si esto es bueno, malo o medio pensionista. Por si acaso la Dra. Volkow utiliza el móvil a través de los auriculares –al menos hasta que venga un otorrino a decir lo malos que son para el oído–, un gesto que reconoce debería ser suficiente para evitar cualquier preocupación al respecto.
Extraído de: Microsiervos