Leía esta mañana un artículo fantástico en el New York Times que hablaba de la introducción en los últimos años de los smartphones en las prisiones de Estados Unidos y el peligro que está ocasionando. Lo que en un principio nos podría parecer un avance, con el que miles de reclusos podrían estar en “contacto” con el mundo exterior y formar parte de una pequeña parte de éste, se ha transformado en el año que acabó en un movimiento altamente peligroso.
La llegada de los smartphones puede resultar para un recluso un arma de doble filo. Las conexiones a Internet y el uso de las redes sociales desde dentro habían conseguido organizar con éxito diferentes motines y huelgas que no podían haberse realizado de otra manera. La forma de conseguir un teléfono es simple, desde un guardia que lo vende hasta la introducción a través de cualquier visita, ya sea de un familiar o amigo. El año pasado fueron confiscados por la Oficina Federal de Prisiones de Estados Unidos, durante los primeros cuatro meses, 1.188 smartphones.
En la mayoría de los casos, los teléfonos se conseguían por medio de los reclusos con delitos menores, quienes tienen un nivel de restricción menor que los reclusos de delitos graves. Pongamos un ejemplo. Desde una prisión, la creación de un grupo en Facebook con seudónimos es bastante simple. A partir de ahí, los miembros pueden dar rienda suelta a las denuncias, huelgas, luchas o insultos que deseen. Se puede incluso organizar una huelga en dos días entre varias cárceles que quieran denunciar cualquier asunto en común.
No sólo eso. El acceso a Internet dentro de una prisión puede dar acceso a un recluso a directorios de teléfonos, información de otro recluso, mapas, fotografías… y consecuentemente un mal uso de estos datos puede conllevar violencia, tráfico de drogas o de armas…
Terry Bittner, directora de una de las mayores empresas de productos de seguridad que detectan móviles en el interior de una prisión, decía al respecto que:
El smatphone, Internet y las redes sociales en una prisión es el equivalente del viejo cuchillo del ejército. Se pueden hacer demasiadas cosas con él. Es un arma letal dentro de una prisión
Evidentemente, la introducción de un teléfono inteligente puede tener su efecto positivo en una prisión. Desde un acercamiento a las pautas de socialización o establecer diálogo con familiares y allegados hasta un efecto “revitalizador” en el reo y de acercamiento a una reinserción en la sociedad, pero por lo acontecido hasta ahora, su uso es más bien contraproducente. El propio Obama firmó una ley en agosto en la que aclaraba que la posesión de un móvil en una prisión era un delito grave penado con un año de cárcel.
En mi opinión, el uso de la tecnología no debe pararse dentro de las prisiones, principalmente porque una vez salgan, la tecnología es cada vez más importantes en nuestras vidas y se encontrarían aún más aislados. Pensemos que educar a los que allí conviven y enseñarles a manejar la web 2.0 es una oportunidad única para la reinserción, eso sí, siempre manteniendo una gestión de riesgos alta. Las prisiones forman parte de la sociedad y el uso de las redes sociales le puede conferir a un preso una “libertad” de la que ya no disfruta plenamente. Ustedes, ¿cómo lo ven?
Extraído de Bitelia