El microproyector de bolsillo de 3M tiene un tamaño similar al de un mando a distancia mediano, cabe en la palma de la mano y pesa apenas 150 gramos. Utiliza tecnología de iluminación LED en lugar de la bombilla incandescente habitual en estos aparatos. Esto es lo que por un lado permite su pequeño tamaño y absoluto silencio (no necesita ventilación, aunque se calienta lo suyo) y una vida útil calculada en más 20.000 horas. A cambio le falta luminosidad y resolución.
De modo que sus principales ventajas son su pequeño tamaño, la vida útil de la lámpara y la ausencia total de ruido. El precio es también notablemente menor que el de los proyectores convencionales (unos 350 euros). El tamaño de la proyección es de entre 5 pulgadas y 50 pulgadas (1,25 metros de diagonal).
El MPro 110 dispone de dos entradas de vídeo (ninguna de audio) en las que es posible conectar cualquier aparato que tenga salida VGA o de vídeo compuesto (RCA): reproductor de vídeo, móvil o PDA, ordenador, cámara de foto o vídeo, etc.
Admite diferentes resoluciones de entrada (entre 640 x 480 y hasta 1280 x 768 píxeles) pero su resolución nativa es de sólo 640 x 480, que resulta escasa para una proyección de más de 10 o 15 pulgadas, aunque también esto depende de lo que se esté visualizando –se nota más si es una pantalla de ordenador con texto y menos si es una película.
La alimentación es por conexión a la red o usando la batería incluida, que le otorga una autonomía de entre 40 y 60 minutos.
En vivo el MPro 110 resulta muy cómodo de manejar y muy fácil de poner en marcha. Pero no esperes una imagen nítida y deslumbrante. La escasa potencia de las lámparas obligan a poner totalmente oscura la habitación para ver la proyección con un contraste cómodo, y aún así la imagen resulta apagada y con poca definición. En este sentido defrauda un poco ya que realmente con la luz normal de una habitación la proyección se vuelve prácticamente invisible.
Extraído de MicroSiervos