El auge de la extracción de litio para la producción de baterías de vehículos eléctricos está causando serios daños en ecosistemas vulnerables y generando una gran demanda de agua para la extracción del recurso, incluso en entornos desérticos, alertan los expertos.
El costo de la extracción de litio
De acuerdo con las estimaciones de los especialistas, obtener una tonelada de carbonato de litio requiere aproximadamente dos millones de litros de agua, aunque en ciertos casos este número puede ascender hasta cinco millones, dependiendo del nivel de concentración y la tecnología empleada.
Desde una perspectiva técnica, la extracción de litio puede llevarse a cabo mediante minería a cielo abierto o mediante el uso de extensas lagunas al aire libre en medio de desiertos, donde la radiación solar evapora millones de litros de agua extraídos previamente del subsuelo, explica Marina Otero, arquitecta galardonada con el prestigioso Premio Wheelwright de Harvard.
El impulso hacia una economía sostenible y digital ha avivado un fervor por este recurso, especialmente abundante en el denominado “triángulo del litio” (Chile, Argentina y Bolivia).
El “Triángulo del litio” en LATAM
En ecosistemas y comunidades particularmente vulnerables, como las poblaciones atacameñas en Chile, la extracción de litio está generando grietas significativas y una demanda urgente de protección debido a la escasez de agua, advierten los residentes locales.
En los salares de Atacama, se extrae agua del subsuelo y se transporta a grandes estanques poco profundos para crear una solución de salmuera de litio. Luego, se requiere un período de entre 12 y 16 meses para obtener un concentrado de hasta 6.000 partes por millón (ppm) de litio.
Recientemente, la justicia chilena ha respaldado las demandas de las comunidades afectadas, reconociendo su derecho a vivir en un entorno sin contaminación y con acceso a sus recursos, y destacando el peligro que representan las actividades extractivas para su bienestar, según señala la experta.
Reciclaje del litio para evitar el impacto ambiental
Ante el panorama global, se promueven iniciativas como la minería urbana, que implica el reciclaje de baterías de litio de vehículos eléctricos, así como de computadoras y teléfonos móviles en desuso, a través de métodos eficientes y de bajo costo que puedan implementarse a gran escala.
En la actualidad, los metales presentes en estos dispositivos se reciclan en plantas de fundición, pero este proceso conlleva un alto consumo de energía, emite gases nocivos y no logra recuperar la mayor parte del litio.
Otros enfoques, como los métodos hidrometalúrgicos, utilizan productos químicos que generan una cantidad significativa de residuos, cuya eliminación resulta complicada y costosa.
Además, muchos laboratorios están investigando el uso de microorganismos capaces de alimentarse de metales para reciclar baterías de litio. A través de un proceso conocido como biolixiviación, estos microbios pueden disolver selectivamente el litio, reduciendo las emisiones y el consumo de energía, así como minimizando el uso de productos nocivos durante el proceso.