Los pilotos militares en combate enfrentan situaciones que requieren maniobras complejas, demandando segundos cruciales de su atención.
Aunque las pantallas táctiles avanzadas y los comandos de voz han mejorado la rapidez de respuesta, estos métodos aún consumen tiempo valioso, lo que, en situaciones críticas, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Control con el pensamiento: el futuro de las operaciones militares
Para abordar este desafío, investigadores militares en Estados Unidos trabajan en el desarrollo de un casco de alta tecnología que se conecta directamente al cerebro del piloto sin necesidad de cirugía.
Este innovador dispositivo busca establecer una comunicación bidireccional entre el cerebro y los sistemas computarizados, permitiendo ejecutar tareas casi instantáneamente al interpretar ondas cerebrales en milisegundos.
Teóricamente, este casco permitiría a los pilotos realizar acciones complejas, como controlar drones en combate, usando solo sus pensamientos. También sería posible enviar imágenes captadas por el piloto a una base militar y recibir información directamente en su mente, facilitando una comunicación en tiempo real.
Además de mejorar la eficiencia en operaciones remotas, esta tecnología no invasiva podría optimizar la memoria, acelerar el aprendizaje de nuevas habilidades y permitir la asistencia de especialistas en tiempo real, todo sin procedimientos quirúrgicos.
Programa N3: una revolución sin cirugía
En 2018, DARPA, la agencia de investigación avanzada del ejército estadounidense, lanzó el programa Next-Generation Non-surgical Neurotechnology (N3) con una inversión de $125 millones de dólares.
El objetivo es lograr avances en interfaces cerebro-máquina sin necesidad de implantes. Este casco busca integrar sistemas cibernéticos y funciones humanas para agilizar las operaciones militares. Según Al Emondi, director del programa N3, una interfaz cerebral más fácil de usar puede mejorar la capacidad de los comandantes para tomar decisiones rápidas en operaciones dinámicas.
El casco incluye 16 canales conectados a diferentes áreas del cerebro que intercambian información mediante transmisores magnéticos, ópticos y acústicos, logrando una comunicación bidireccional en apenas 50 milisegundos.
Desafíos y próximos pasos
A pesar de los avances, este tipo de tecnología enfrenta obstáculos significativos. Hasta ahora, muchos experimentos han dependido de implantes cerebrales, lo que representa un desafío para su adopción generalizada.
Por ello, DARPA y empresas como Neuralink están explorando métodos no invasivos, como chips cerebrales implantables mínimamente o dispositivos externos que leen señales neuronales.
En la última década, DARPA ha financiado investigaciones, incluyendo sistemas ópticos no invasivos desarrollados por la Universidad Johns Hopkins y tecnologías basadas en ultrasonido y magnetometría creadas por el Centro de Investigación de Palo Alto. Estas iniciativas buscan captar y enviar información al cerebro de manera segura y eficaz.
El futuro de las interfaces cerebro-máquina
El potencial de esta tecnología no se limita al ámbito militar. Investigadores australianos ya han demostrado el control de un perro robótico con pensamientos, mientras que proyectos como MOANA de DARPA visualizan conexiones directas entre cerebros humanos a través de sistemas computarizados.
Aunque aún faltan años para que estos avances sean plenamente funcionales, los avances de DARPA y otras instituciones prometen transformar la forma en que interactuamos con las máquinas y entre nosotros mismos. La meta final es integrar estas tecnologías en dispositivos prácticos que puedan revolucionar desde la aviación hasta la medicina.
Fuente: Mathrubhumi