A riesgo de sonar como un detractor de servicios en la nube, considero que en México no tenemos el suficiente ancho de banda como para pensar en tener servicios en la nube como se tienen en otros países o pensar que un usuario doméstico podría adquirir un SaaS (Software as a Service – Software como un Servicio) con los enlaces tan paupérrimos a precios tan altos como los ofrecen TODOS los ISP mexicanos ya sean móviles o fijos. Para mí no es del todo benéfico sincronizar todo con todos los dispositivos, ni con los dispositivos de tus contactos, eso mas bien me suena a una extraña costumbre norteamericana heredada, de cuando iban a casa de algún familiar y veían todos reunidos en la sala las diapositivas de algún viaje.
Fuera de esta cuestión técnica y tecnológica, existe además la cuestión de la privacidad. Son algunas, no muchas pero si contabilizables, las empresas en México que manejan cierta información que podría considerarse como confidencial, ya sea porque se manejan datos sensibles, datos personales o porque se trata de secretos industriales, por lo que confiar toda esta información a un agente externo, fuera de las fronteras seguras del edificio corporativo, podría sonar descabellado e irracional.
Hay un dicho muy famoso: “El peor lugar para guardar secretos es otro ser humano”. Si bien las nubes no son otro ser humano, sí son un ente que carece de criterio como lo tendría un ser humano, las máquinas y el software aun y cuando ya en su sinergia pueden actuar en algo tan maravilloso como la Inteligencia Artificial aún son maleables y modificables por cualquier otro ser humano; incluso el mismo ser humano es vulnerable a manipulaciones.
Simple y sencillamente si alguien le da confidencias y lujo de detalles al vecino, no puede luego venir a exigir derecho a su privacidad. La nube no es un confesionario y las empresas dueñas de cada nube no tienen en sus contratos el voto de silencio. Solo hay que pensarlo tantito.
Eso sí, ningún proveedor de estos servicios se arriesgaría a ser desconfiable o a ganarse una mala reputación pues esto le generaría pérdidas, pero estando tus objetos en otro lugar tampoco no esperes que no haya nadie malintencionado que quiera robarlos. Si incluso han podido robar millones y millones de instituciones tan confiables como los bancos, imagina si pudieras robar sin estar necesariamente dentro del banco. El caso de la nube es el mismo.
Tampoco estoy sugiriendo que caigamos en el pánico y satanicemos a la nube, aun y cuando parezca que me esfuerzo en ello. La nube podría ser como un repositorio, como una biblioteca, como la idea del internet en sí: un lugar donde pongamos todo lo que queremos que sea de dominio público.
Debemos prestar especial atención en que cosas queremos que se suban o no a la nube, nada nos cuesta leer un poco las opciones de Google +, de iCloud o de OneDrive para seleccionar si queremos subir toda nuestra información o solo los contactos, los recordatorios o nuestro multimedia. Es natural querer tener un respaldo de todo, por si en un escenario apocalíptico se daña nuestro equipo, nuestra microSD, el disco duro externo donde respaldamos, la computadora donde almacenamos y se rompen todos nuestros DVDs donde hemos hecho un segundo respaldo… será un alivio saber que todo está en la nube.
La industria del entretenimiento ha dado un ejemplo típico de varios disgustos que muchos habrán tenido o están por tener y que lleva por nombre “Nuestro video prohibido”. Esta película trata sobre un video grabado con un iPad y dicho video termina por sincronizarse con el iCloud de los protagonistas quienes tuvieron a bien (ajá) agregar todas las iPads que regalaron como sus contactos de dicho servicio. Con algo tan sencillo como el no sincronizar todo, pudieron evitarse tal cosa, aunque sin ello no habría habido trama. Seguramente algún puritano declarará que lo mejor habría sido no grabar el video pero, como dicen los gringos, For God’s Sake la compre para hacer con ella lo que me plazca y es válido, solo hay que tener cuidado. Son muchas cosas a considerar, a configurar y a analizar pero pudo haberle evitado muchos disgustos a Kate, Jennifer y Ariana.
La nube no es un ente desconocido ni algo complicado, solo es cuestión de adaptarnos como siempre lo hemos hecho a la nueva tecnología, en todo caso si no sabemos si lo que estamos fotografiando, grabando o almacenando en nuestros dispositivos móviles o en nuestras cuentas de correo se va a compartir con nuestros contactos o con desconocidos, lo mejor será que ese contenido lo almacenemos o lo creemos con dispositivos no propensos a la conexión hasta no saber que hace nuestro dispositivo móvil con todo lo que ahí guardamos.