No es ningún secreto que Apple es la compañía más rentable del mundo -aún por encima de los gigantes de los energéticos- y esto se debe en gran medida a las extraordinarias habilidades de sus ejecutivos, específicamente Tim Cook, quien tomó la dirección ejecutiva previo a la muerte de Steve Jobs, en encontrar la manera de minimizar costos y agilizar cadenas de producción a tal grado que mientras la mayoría de los fabricantes luchan para obtener márgenes mínimos de ganancias, Apple ha podido obtener hasta el 45% de utilidades por dispositivo vendido.
Desde 1983 Apple fabricaba sus computadoras y electrónicos en California, a tan sólo dos horas de su corporativo. Estaban orgullosos de ello y lo presumían a cada oportunidad que tenían. Sin embargo, las condiciones del mercado cambiaron y en 20 años ya no era rentable mantener la producción en tierras estadounidenses, por lo que para el 2004 Tim Cook presionó para mover la cadena de producción a China, donde los costos serían mucho menores.
Sin embargo y contrario a lo que muchos pudieran pensar, el costo de la mano de obra oriental representa sólo una de las ventajas de fabricar en Asia -si bien es una parte sustancial, dado que fabricar el iPhone en Estados Unidos añadiría 65 USD por unidad- y la razón principal por la que es más conveniente fabricar en China es por la flexibilidad de las fábricas y su capacidad para contratar cantidades masivas de empleados prácticamente de un día para otro. Además, una gran cantidad de proveedores se encuentra allá, por lo que los ajustes o cambios en el diseño se pueden realizar en seguida y sin costos logísticos significativos.
Prueba de esto es que en el 2007, a tan sólo seis semanas del lanzamiento del primer iPhone, Steve Jobs convocó a una junta de urgencia donde puso en evidencia que la pantalla del prototipo -en ese entonces fabricada con un plástico supuestamente resistente al maltrato- presentaba un sinfin de ralladuras con el uso que él mismo le había dado al aparato, por lo que demandó que se hiciera el cambio de la pantalla a vidrio. Esa misma tarde un ejecutivo de Apple tomó un avión a China y en unos cuantos días las fábricas asiáticas se estaban ajustando al cambio en el diseño y el iPhone original logró salir a la venta a tiempo.
Esta flexibilidad, así como altos niveles de tecnología y calidad, se han desarrollado solamente en el ecosistema asiático y sería imposible incorporarlos en cualquier otro lugar a mediano plazo. De hecho, en junta con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama le preguntó a Steve Jobs qué se requeriría para devolver todos esos trabajos a tierras americanas. ¿Su respuesta? “Es imposible. Esos trabajos ya se fueron y no regresarán“.
Entre las cosas con las que bromeaban sobre lo que podría hacer Apple con su montaña de efectivo que posee, algunos sugerían traer la producción de sus dispositivos a Estados Unidos. La realidad es que no es tan sencillo como construir fábricas que produzcan todos los componentes necesarios “y ya”, sino que aún logrando todo eso, se necesitaría un cambio operativo en los negocios a nivel global, así como reformas en leyes de trabajo e impuestos, por no decir cambiar la cultura estadounidense, donde a pesar de los problemas económicos muchos no quieren trabajos de fuerza obrera.
Todos estos factores determinan que Apple pueda ofrecer un dispositivo como el iPad a un precio relativamente aceptable, mientras que las demás compañías batallan para ofrecer productos similares a precios menores. De no haber sido por los cambios operativos y habilidades de negociación de Tim Cook, el iPad original podría haber costado cualquier cantidad entre 1,000 y 5,000 USD, lo cual habría abierto una clara oportunidad para que los competidores aprovecharan.
Ahora bien, con el iPad dominando en la gama alta de las tabletas y disfrutando de un amplio margen de ganancias, ¿podrá Google superar las ventas del Kindle Fire y posicionarse con una mejor oferta a un precio económico?
Vía | Business Insider