La industria de los móviles está llevando a cabo un giro en su actitud frente a los datos en el móvil. Hasta hace relativamente poco, la actitud predominante entre las operadoras móviles era de decepción por los servicios de datos. Hacía una década que se venían promocionando, y salvo algunos éxitos aislados, nunca habían respondido a las enormes expectativas de crecimiento que se planteaban al comenzar dicha década. La mayoría de las operadoras los consideraban un complemento bienvenido, pero no un impulso para su negocio.
En cambio, durante el año pasado, la actitud ha cambiado del todo, pasando del “nadie utiliza los servicios de datos en el móvil” al “oh, cielos, la demanda de datos en el móvil es tan alta que nos va a tumbar la red”. Buena parte de esta actitud estuvo motivada por el iPhone, que efectivamente ha saturado determinadas redes móviles. Pero también hay un incremento generalizado del uso de datos por parte de diversas fuentes, y parece que el ritmo de crecimiento está acelerando.
Extrapolando la tendencia, la mayoría de las empresas que analizan el sector de las telecomunicaciones están produciendo unas previsiones de tráfico móvil de datos que presentan un aspecto parecido al del gráfico superior.
Dichas previsiones se basan en un par de observaciones muy simples:
- Los smartphones producen mucho más tráfico de datos que los teléfonos móviles tradicionales. Cisco estima que un solo smartphone genera tanto tráfico de datos como 40 teléfonos convencionales. Por lo tanto, cuando 10 millones de clientes cambian su móvil por un smartphone, es como añadir 390 millones de usuarios nuevos de teléfonos, en lo relativo al impacto sobre la red de datos. Cuanto más populares sean los smartphones, más ocupada estará la red.
- Un PC portátil genera mucho más tráfico de datos que un smartphone. Según Cisco, un solo ordenador portátil genera el mismo tráfico de datos que 450 teléfonos móviles. A medida que los usuarios de portátil los cambien por netbooks habilitados para 3G o les incorporen módems USB, la carga de trafico de datos en la red aumentará espectacularmente.
Ello se vuelve especialmente interesante cuando se observan las previsiones de crecimiento de los netbooks y portátiles equipados con 3G. En muchos países, las operadoras móviles han empezado a subvencionar las ventas de estos dispositivos si se suscribe una tarifa de datos. Para muchos consumidores es algo atractivo. Pongamos que nuestro hijo ingresa en la universidad. ¿Le compramos un ordenador portátil normal y contratamos una ADSL para su piso de estudiante, o preferimos una tarifa de datos 3G por el mismo precio y que le regalen un netbook?
La firma de análisis In-Stat predijo hace poco que en el año 2013, el 30% de los ordenadores portátiles se venderán a través de las operadoras móviles, acompañados de tarifas de datos 3G. En el mundo se venden unos 150 millones de ordenadores portátiles cada año, así que estamos hablando de unos 45 millones de portátiles con 3G al año, que en datos equivalen a incorporar a la red 20.000 millones de teléfonos móviles anualmente.
Uf.
Estadísticas como éstas están dando lugar a escenas de pánico entre bastidores de las operadoras móviles. Parecen estar de acuerdo en que no podrán ampliar de ningún modo la capacidad de sus redes con la rapidez necesaria para atender todo ese tráfico de datos. Hay varias razones:
- No pueden permitirse la construcción de tanta infraestructura.
- Aunque pudieran permitírsela, no dispondrán de ancho de banda suficiente para transportar tantos datos, ni siquiera con 4G.
- Las técnicas de modulación del tráfico, como los diferentes niveles de precio y los límites de consumo, no son capaces de restringir el uso lo necesario para salvarles, dado que,
- El temor a perder clientes en favor de la competencia les obligará a seguir subvencionando las ventas de módems 3G y a establecer unos límites de consumo relativamente generosos en sus tarifas de datos.
Existen diversas previsiones que indican que las operadoras estarán años perdiendo dinero con la Internet móvil, ya que sus costes seguirán aumentando más rápidamente que los ingresos. El riesgo no está tanto en que acaben hundiéndose, sino en el temor de transformarse en meras compañías de suministro, con beneficio nulo.
Hay bastantes operadoras que parecen confiar en la WiFi como tabla de salvación. Supuestamente, si consiguen desviar suficiente tráfico de datos de sus redes hacia estaciones base WiFi conectadas a las redes fijas, tal vez otros remedios como la 4G, las limitaciones de consumo y unas mejoras agresivas en las redes les permitirían salvarse de la quema.
La situación es paradójica. Durante mucho tiempo, las operadoras móviles se han considerado como las futuras patronas de la comunicación de datos. Se decía que todos los dispositivos contarían con conexiones 3G, y que las operadoras fijas de datos acabarían difuminándose tal como lo han hecho las de voz fija.
Sin embargo, parece que ahora coinciden en que estamos evolucionando hacia un mundo en el que se espera que sean las operadoras fijas las que transporten la mayor parte del tráfico de datos de consumo durante un futuro próximo. Serán ellas las que nos proporcionen la conectividad inalámbrica, tanto en el hogar como en la oficina, mientras que las redes móviles cubrirán el vacío existente mientras nos desplazamos. Como es natural, las discrepancias surgen al decidir quién se queda con el grueso de los ingresos por acceso. Dejemos que las operadoras fijas discutan con las móviles al respecto; lo que quisiera tratar son algunas de las demás consecuencias de este nuevo y extraño mundo móvil híbrido al que estamos abocados.
(Hace una temporada ya traté este mismo tema en mi post sobre la neutralidad de la red, pero ahora quisiera profundizar en él).
El mundo feliz de la escasez de ancho de banda móvil
La WiFi incorporada es algo deseable. Durante mucho tiempo, las operadoras móviles se resistieron a vender smartphones con WiFi incorporada. Consideraban que las redes WiFi eran competencia suya en el control del cliente, y pretendían evitar su uso. Ahora que consideran que la WiFi es su salvadora, las operadoras se han puesto de repente a favorecer su inclusión en los teléfonos. No se extrañe si dentro de poco los únicos smartphones subvencionados son aquéllos que lleven WiFi.
La modulación del tráfico es tanto un hecho inevitable como un motivo de irritación. Muchas operadoras móviles han comenzado a limitar las prestaciones de las aplicaciones que consumen más ancho de banda (actualmente, el vídeo y la compartición de ficheros). Ya se está aplicando, y en muchos casos las operadoras ni siquiera lo reconocen, a menos que el gobierno les obligue a ello. Algunas aplicaciones se comunicarán más lentamente, o simplemente no funcionarán, cuando la red esté más ocupada.
Hay un par de excepciones entre las operadoras que declaran explícitamente su política de modulación del tráfico. La red británica 3 anunció hace poco ciertas restricciones, mientras que O2 indica exactamente cuáles son las aplicaciones cuyo uso restringe en su servicio de Internet móvil de consumo.
La modulación de tráfico actual no ha dado lugar a un alud de quejas por parte del cliente medio (a diferencia de lo que ha ocurrido entre los promotores de la neutralidad de la red), en parte porque a los usuarios les resulta difícil distinguir por qué una página web funciona más lenta en un día concreto. Pero a medida que el tráfico móvil vaya aumentando, las operadoras van a descubrir que les resulta más fácil ir apretando poco a poco las restricciones que pagar un aumento de capacidad. Con el tiempo, la gente acabará dándose cuenta, y me preocupa que acabemos en una situación en que las operadoras valoren cuidadosamente hasta qué punto pueden cabrear a sus clientes sin provocar una revuelta abierta. Se parece mucho a cómo funciona actualmente el sector de las líneas aéreas en los EEUU, y es una experiencia lamentable para todos los implicados.
¿Y qué hacemos? Hay otras formas mejores de modular el tráfico. Creo que las operadoras tendrían que facilitar a sus clientes más información sobre la cantidad de datos que consumen en un momento dado, para que ellos mismos puedan gestionarlo. A continuación, permitir que tomen decisiones informadas sobre las aplicaciones en las que van a gastar su ancho de banda. Sería relativamente sencillo crear un widget en pantalla que indique cuántos datos se están transfiriendo en cada momento, parecido a los que indican la intensidad de señal y la duración de la batería en los teléfonos actuales.
También se podrían crear algunas API que indiquen a los sitios web de cuánto ancho de banda disponen, para que sus desarrolladores puedan ajustar sus funciones en consecuencia. Esta idea ya está circulando entre las empresas de la web y las operadoras, pero desconozco si se ha avanzado mucho al respecto.
Si se combinan estos cambios con unas tarifas variables según consumo (hablaré de ellas a continuación), serán los clientes quienes modulen su propio tráfico. No habrá necesidad de manipular la red de forma encubierta.
Se avecinan tarifas de Internet limitadas. Las tarifas de Internet móvil completamente ilimitadas son insostenibles a largo plazo; económicamente no son rentables. Y de hecho, prácticamente ninguna de las tarifas actuales es completamente ilimitada; casi siempre hay alguna letra pequeña sobre la cantidad máxima de tráfico permitida antes de la aplicación de suplementos, [de la reducción de velocidad] o de la desconexión forzosa del usuario.
Hay quien afirma que las operadoras deberían volver a cobrar según los bytes consumidos, y en algunas zonas del mundo (sobre todo en Asia) tienen un largo historial de tarificación por consumo. Pero la experiencia en la mayor parte del mundo indica que el cobro por tráfico hace que los usuarios estén tan preocupados por su factura que acaban evitando completamente el uso de los servicios de datos.
(DoCoMo en Japón aplica un interesante sistema híbrido, en el cual cobra por paquetes hasta que el usuario alcanza un coste máximo de unos 50 € al mes. El consumo adicional por encima de ese umbral es gratuito, de modo que el límite no está en el uso, sino en el coste. Ello reduce el temor del cliente a incurrir accidentalmente en una factura enorme, si bien me pregunto cómo lo hace DoCoMo para evitar que los usuarios más exigentes saturen el tráfico de la red. Tal vez aplican un segundo límite, esta vez oculto, sobre el consumo total).
¿Y qué hacemos? Creo que la solución correcta en la mayor parte del mundo serán las tarifas planas en las que exista un límite claramente especificado, por encima del cual se cobren suplementos por tramos. El umbral deberá establecerse en un nivel que los usuarios moderados no alcancen nunca, para que no eviten usar el servicio. Para aliviar el temor de incurrir por accidente en una factura enorme, también tendrá que existir un indicador en el terminal que muestre qué porcentaje de su franquicia mensual lleva consumido el usuario (no basta con decirles que lo consulten en una página web; tiene que estar en la pantalla). Tengo entendido que algunas operadoras europeas ya ofrecen estos indicadores en sus netbooks.
En la actualidad, la mayoría de las operadoras son bastante receptivas en cuanto a comunicar los límites de consumo cuando lo que se conecta a la red móvil es un ordenador. Pero muchas de ellas todavía no adoptan la misma postura cuando se trata de un smartphone. Por ejemplo, el servicio Smartphone Personal de AT&T promete lo siguiente por 35 dólares al mes:
Tráfico includo: Ilimitado; Suplemento de consumo: 0 dólares por MB
Parece bastante claro. Sin asteriscos ni letra pequeña. Pero al hacer clic en las condiciones del servicio, aparece una lista muy larga de tipos de aplicación prohibidos, seguida de esta provisión general:
“AT&T se reserva el derecho a (i) denegar, desconectar, modificar y/o dar por finalizado el Servicio, sin aviso, a cualquiera… cuyo uso afecte negativamente a su red inalámbrica o sus niveles de servicio o dificulte el acceso a su red inalámbrica… y (ii) proteger por cualquier otro medio su red inalámbrica frente a daños, perdida de capacidad o degradación del rendimiento”.
En otras palabras, si la red pierde velocidad, pueden hacerle cualquier cosa al servicio que nos prestan, en cualquier momento y sin avisar.
También hay un máximo oculto de 5 GB por mes:
“Si ha contratado usted una tarifa de datos que no incluya una franquicia mensual en MB/GB y suplementos por consumo de datos, usted acepta que AT&T tiene derecho a cobrarle un suplemento en caso de que consuma más de 5 GB durante un mes”.
Este problema no es exclusivamente americano. En el Reino Unido, Orange dice que su servicio de datos para el iPhone es ‘ilimitado’ pero hay una nota al pie que aclara que “ilimitado” significa realmente 750 megabytes al mes, que son un umbral sorprendentemente bajo comparado con el de AT&T.
Si vamos a tener que gestionar colectivamente la saturación de las redes móviles, también tendremos que ser mucho más transparentes sobre su modo de funcionamiento y sobre lo que ofrece cada tarifa y lo que no.
¿Es realmente la 3G doméstica una buena idea? Es frecuente que las operadoras, sobre todo las europeas, recomienden a la gente que renuncien al ADSL o el cable de sus hogares y lo sustituyan por un módem 3G. Ello sólo funciona bien cuando la red tiene capacidad de sobra. En cuanto las redes comiencen a saturarse, las operadoras tendrán que desviar tráfico hacia los enrutadores WiFi domésticos conectados al ADSL o el cable. Si esas líneas fijas han desaparecido, las operadoras no tendrán hacia dónde desviar el tráfico.
¿Y qué hacemos? Diría que ésta cae por su propio peso. En cuanto el ancho de banda 3G escasee, las operadoras descubrirán que pueden obtener muchos más ingresos conectando smartphones a Internet que conectando PC. Éstas son las cifras: con un ancho de banda determinado, se puede atender un único ordenador portátil y cobrar unos 35€ al mes, o bien atender 11 smartphones por 25€ mensuales cada uno. Hmm, 275€ al mes contra 35€ parecen algo fácil de decidir.
Aún así, existen dos circunstancias bajo las cuales tendría sentido que las operadoras siguieran subvencionando las ventas de PC:
- Si las ventas de smartphones dejan de aumentar. En este caso, la red acabará poniéndose al nivel de la demanda y entonces habrá capacidad de sobra para los PC; o bien
- Si las operadoras logran desviar la mayor parte del tráfico de datos real de los PC hacia los puntos WiFi conectados a líneas fijas. En este caso, podrían vendernos tarifas de Internet sabiendo que no afectarán mucho a sus redes. Lo cual nos lleva al punto siguiente…
Las operadoras tienen un enorme interés en desbloquear los puntos de acceso WiFi. La mayoría de los puntos de acceso WiFi actuales están cifrados y no se puede acceder a ellos con dispositivos ajenos. Creo que existen grandes incentivos financieros para que las operadoras móviles colaboren con las empresas de acceso mediante líneas fijas, de modo que éstas dejen abiertos dichos puntos de acceso. La ventaja para las operadoras móviles está clara: cuantos más puntos WiFi tengan a su disposición, menos antenas de móvil tendrán que construir. En cambio, las ventajas para las operadoras de líneas fijas no están tan claras. ¿Por qué razón tendrían que ayudar a las móviles a superar su problema de ancho de banda?
¿Y qué hacemos? Lo ideal serían acuerdos para compartir ingresos, en los que las operadoras comparten un poco de dinero con las empresas de líneas fijas para favorecer que éstas abran el acceso a sus redes. En este caso, nuestro proveedor de ADSL o de cable nos facilitaría un enrutador WiFi que estaría preconfigurado para compartir, de manera automática y segura, el ancho de banda sobrante con los dispositivos móviles de nuestra zona. Nuestro propio tráfico tendría prioridad, pero toda la capacidad de sobra podría ser compartida automáticamente. La ventaja para el consumidor sería un enrutador gratuito, y/o una factura de ADSL más baja si la operadora fija o de cable nos abona una parte de los ingresos que recibe de las operadoras de móvil.
La eficacia de este sistema dependerá del coste relativo que tenga para la operadora el subvencionar un conjunto de estaciones base WiFi en una zona, comparado con el coste de ampliar la capacidad de la red móvil. Me imagino situaciones curiosas, como un proveedor de ADSL subastando entre las operadoras móviles la capacidad sobrante de sus redes WiFi en una zona determinada.
Femtoceldas para todos. Otro paso lógico es que las operadoras comiencen a promover agresivamente las femtoceldas. (Una femtocelda es una radio que funciona como una antena de móvil de corto alcance, pero ocupa lo mismo que un enrutador WiFi). Se conecta una femtocelda a la línea ADSL o de cable y se desvía hacia ella el tráfico de la red móvil.
¿Y qué hacemos? Actualmente las femtoceldas se comercializan como amplificadores de señal en las zonas con mala cobertura de móvil. Pero creo que en el futuro tendrá sentido que las operadoras las regalen, o al menos las subvenciones, a los clientes que viven en zonas donde la red de datos esté saturada.
El sentido último: convergencia entre fijo y móvil, con una variante
Si evitamos fijarnos en los detalles, lo que vemos es que hace falta de verdad una única red integrada de datos que abarque tanto conexiones móviles como fijas, y alterne entre ambas sin interrupciones ni fisuras. Hace años que se habla de algo así (consulten el artículo de la Wikipedia sobre convergencia fijo-móvil), pero generalmente se ha centrado en transferir las llamadas de voz entre la red WiFi y la red celular. Esto es tecnológicamente difícil de conseguir (porque no se puede interrumpir una conversación de voz durante la transferencia durante más que una fracción de segundo). Además, eso no viene a resolver ningún problema importante del cliente, ya que lo que está saturado no es la red de voz.
El lugar donde, de verdad, podríamos aprovechar la convergencia entre fijo y móvil son los datos. Sin embargo, me preocupa que la intensa competencia entre los mundos del móvil y el fijo vaya a dificultar y a frenar la necesaria coordinación. Éste sería un campo en el que podrían centrar su atención los gobiernos. No en términos de regular la existencia de redes integradas (eso sería como el abrazo de la muerte) sino de engrasar los mecanismos de colaboración entre el mundo de las redes fijas y el de las redes móviles.
Una cosa más…
Todo lo anterior está basado en la suposición de que las previsiones de Cisco y de los analistas son correctas. Pero Cisco tiene un interés evidente en magnificar la gravedad del apocalipsis de los datos (¡Es una emergencia! ¡Cómpreme más enrutadores!), mientras que mi regla general respecto a los analistas de tecnología es que cuando todos se ponen de acuerdo en algo, conviene apostar en sentido contrario.
Es indiscutible que ahora se está produciendo un atasco en la capacidad de la Internet móvil; ya habrán ustedes leído sobre las caídas de servicio causadas por el iPhone. Y les puedo asegurar que por cada caída de la red que se da a conocer, hay docenas de otras caídas o incidencias de las que nunca llegamos a saber nada. Hay muchas redes de datos móviles que funcionan al límite.
Y la situación será cada vez peor.
Pero no existe una demanda infinita. En algún momento, el consumo de Internet móvil dejará de aumentar, y es muy importante ser capaces de estimar cómo y cuándo sucederá eso, para evitar que el conjunto de la industria se pase de frenada. La cuestión no es si las previsiones de crecimiento son incorrectas, sino cuándo lo serán.
- ©2010 Michael Mace. Reproducido de Mobile Opportunity
- Extraido de CanalPDA