Sam Altman, creador de ChatGPT, regaló dinero a mil personas por pérdida de empleo por la IA
Se ha planteado que el Ingreso Básico Universal (UBI, por sus siglas en inglés) podría ser la mejor, o quizás la única, solución para enfrentar el problema de las pérdidas de empleo impulsadas por la inteligencia artificial (IA).
Sam Altman, CEO de OpenAI, respaldó un estudio de tres años para investigar la viabilidad de este enfoque, y los últimos hallazgos revelados por la investigadora principal indican que, aunque el UBI tiene beneficios, no es una solución definitiva.
Impacto de la IA generativa en el empleo
El impacto de la IA generativa en el mercado laboral está bien documentado. En 2016, Altman, conocido por liderar el desarrollo de ChatGPT, comenzó a analizar los efectos potenciales de las tecnologías avanzadas de IA en la sociedad, especialmente en los empleos.
Para abordar estos desafíos, Altman financió un experimento diseñado para demostrar cómo el UBI podría mitigar algunos de estos problemas. Este programa proporcionó a 1,000 personas $1,000 dólares mensuales, mientras que un grupo de control de 2,000 personas recibió solo $50 dólares mensuales.
La mayoría de los programas de UBI entregan pagos recurrentes a adultos, sin importar su nivel de ingresos o situación laboral. Sin embargo, el proyecto financiado por Altman se enfocó específicamente en adultos de bajos ingresos.
Resultados iniciales y costos del estudio
El estudio, que tuvo un costo total de $60 millones de dólares, recibió $14 millones del propio Altman y $10 millones de OpenAI. Elizabeth Rhodes, directora de investigación del Proyecto de Ingreso Básico en Open Research, comentó a Business Insider que, si bien los pagos básicos tienen múltiples beneficios, también presentan “limitaciones claras”.
Los hallazgos iniciales publicados en julio mostraron que los participantes incrementaron principalmente sus gastos en necesidades básicas como alimentos, vivienda y transporte. También fueron más propensos a visitar hospitales, especialistas, dentistas y a reducir el consumo excesivo de alcohol y drogas.
Sin embargo, los investigadores no encontraron evidencia directa de una mayor accesibilidad al sistema de salud ni mejoras significativas en la salud física o mental. Para muchos, los $1,000 dólares adicionales al mes no fueron suficientes para superar las barreras sistémicas de acceso a la salud ni para reducir las disparidades en este ámbito.
Además, los beneficiarios adoptaron una actitud más selectiva hacia el trabajo. Algunos optaron por empleos con salarios más bajos a cambio de mayor independencia o la posibilidad de ingresar a industrias específicas. Otros usaron los recursos para iniciar sus propios negocios.
Cambios en percepciones y desafíos a largo plazo
Los resultados más recientes, publicados este mes, desafiaron la creencia de que el UBI reduce el deseo de trabajar. De hecho, los receptores valoraron más el trabajo tras recibir los pagos mensuales.
También se observó una disminución en el estrés, la inseguridad alimentaria y los problemas de salud mental durante el primer año, aunque estos efectos se atenuaron en el segundo y tercer año del programa.
Elizabeth Rhodes destacó: “La pobreza y la inseguridad económica son problemas increíblemente difíciles de resolver. Los resultados obtenidos hasta ahora son bastante matizados”. También reconoció que “quizás no exista una solución única para estos desafíos”.
Fuente: Forbes