La Voz de Galicia 26 de octubre de 2008.
La comodidad de poder descargar contenidos de Internet bajo demanda hace que el futuro de los discos como medio de distribución sea cada vez más dudoso
Los clientes de la industria audiovisual llevamos años siendo víctimas colaterales de las guerras de formatos que se desencadenan cada vez que los fabricantes de gadgets sacan al mercado el nuevo soporte definitivo destinado a acabar con todos los anteriores.
Muchos recordamos como hace 20 o 30 años había que decidir si adquirir la música en vinilo o en casete, o la lucha encarnizada entre el VHS, Beta y Video 2000 en el mercado del vídeo doméstico, formatos hoy en día prácticamente extintos.
En la música, la llegada del compact disc supuso la práctica desaparición del casete y que los vinilos sean hoy en día casi un objeto de coleccionista, aunque los fabricantes de gadgets no perdieron la oportunidad de intentar introducir por el camino otros formatos como el casete compacto digital, el minidisc o las cintas de audio digital (DAT), por nombrar solo algunos.
En cuanto al vídeo, el deuvedé acabó sin mayores problemas con las cintas, en especial desde que aparecieron los grabadores.
Pero también al deuvedé intentaron jubilarlo con el HD-DVD y el Blu-ray, los protagonistas de la más reciente guerra de formatos, guerra que duró sorprendentemente poco, al anunciar Toshiba en febrero de este año que abandonaba el desarrollo del HD-DVD.
Durante todo este tiempo, tanto los fabricantes de gadgets como los estudios estaban encantados vendiendo los nuevos cacharros a los compradores y, en el caso de los estudios, el mismo contenido una y otra vez a los que quisieran pasar su colección al nuevo formato.
Pero la transición de los formatos analógicos a los digitales escondía una manzana envenenada que quizá los estudios no supieron ver a tiempo o valorar en su justa medida, que era que con el tiempo los consumidores llegaron a tener la posibilidad de realizar copias perfectas del contenido y a manipularlo de múltiples formas gracias a los avances en la informática de consumo, y que además podrían intercambiar ese contenido a través de Internet.
De hecho, el estándar de los cedés de audio no incluye ningún sistema para evitar su copiado, y todos los intentos por incorporarlo a posteriori han demostrado ser un gran fracaso, pues siempre terminan por ser evitados, además de constituir una fuente de problemas de compatibilidad para los usuarios. Y en muchos casos también han sido un problema para los estudios, como, por ejemplo, cuando Sony incorporó en sus discos un software para evitar su copiado que se instalaba en los ordenadores sin avisar al usuario, creando además un agujero de seguridad en estos por fallos en su programación, lo que le costó numerosas denuncias en todo el mundo.
Pero incluso los sistemas de protección contra copia de los deuvedés o del HD-DVD y del Blu-ray, ya incorporados en los respectivos estándares desde el principio, se demostraron inútiles, pues todos fueron rotos al poco tiempo de salir al mercado.
Al final, estos sistemas lo único que hacen es molestar al comprador y nunca evitar que se hagan copias, y todo esto sin entrar en el asunto de que estos sistemas DRM nos impiden ejercitar el derecho a copia privada que todos tenemos y por el que pagamos un canon al comprar cedés o deuvedés vírgenes y los correspondientes grabadores.
A través de la Red
Una vez extraídos los contenidos de sus soportes físicos y gracias a la aparición de formatos como el MP3 para el audio o el MPEG para vídeo y otros similares, y a unas conexiones a Internet cada vez más rápidas, se volvió posible intercambiar archivos entre usuarios muy rápidamente con una calidad más que aceptable, y con el aumento de la velocidad de esas conexiones a Internet, incluso es posible descargar audio sin comprimir y vídeo con calidad deuvedé o Blu-ray en tiempos más que razonables.
Así, no es de extrañar que algunos informes aseguren que en la actualidad cerca de un 60% del tráfico que circula por Internet se corresponda a intercambio de archivos.
Al principio, los estudios y discográficas reaccionaron contra esta situación demandando a los usuarios que comparten
archivos, algo que en España, por ejemplo, no es delito mientras no se haga con ánimo de lucro, pero con el tiempo parece que se han ido dando cuenta de que es un fenómeno que ya no se puede parar y al que los usuarios están más que enganchados, con lo que han ido apareciendo tiendas en línea que venden estos contenidos de forma legal; tiendas que, por lo general, funcionan muy bien siempre que ofrezcan sus contenidos en un formato que no imponga limitaciones, o al menos no demasiadas.
En esta tesitura creo que en el futuro sí usaremos discos deuvedés, Blu-ray, o cualquiera de sus sucesores, como el disco holográfico versátil (HVD) o el disco versátil multicapa (HD-VMD), pero solamente como una forma de almacenar una copia de seguridad de aquello que nos hayamos descargado antes de Internet.
Extraído de MicroSiervos