Bioordenadores: Minicerebros para una computación más verde
Durante décadas, la ciencia ha buscado emular las capacidades del cerebro humano, creando redes neuronales artificiales que doten a la inteligencia artificial de un procesamiento similar al nuestro.
Sin embargo, un nuevo enfoque ha surgido, inspirándose en la propia naturaleza: el “bioordenador”.
¿Qué es el “bioordenador” y cuáles son sus capacidades?
Desarrollado por la empresa suiza FinalSpark, este dispositivo de vanguardia, también conocido como “ordenador vivo”, integra 16 organoides cerebrales – minicerebros cultivados a partir de células madre neurales humanas – en una interfaz que permite realizar cálculos informáticos con una eficiencia energética significativamente superior a la de los ordenadores tradicionales.
Según FinalSpark, este bioprocesador, alojado en su plataforma Neuroplatform, puede procesar información con un consumo energético hasta un millón de veces inferior al de los procesadores digitales convencionales.
Este avance no solo representa una mejora tecnológica, sino que también podría ser un paso importante hacia la reducción de las emisiones de carbono asociadas al creciente uso de la inteligencia artificial (IA).
Neuroplatform: Un laboratorio global accesible
La Neuroplatform de FinalSpark es un laboratorio global que permite a investigadores de todo el mundo experimentar con estos bioprocesadores desde cualquier lugar.
Esta plataforma facilita investigaciones que antes demandaban recursos colosales, según la empresa. FinalSpark ha ofrecido acceso gratuito a nueve instituciones de investigación y más de tres docenas de universidades ya han mostrado interés en esta tecnología vanguardista.
“A medida que crece la demanda de nuestra neuroplataforma, estamos preparados para satisfacerla, todo ello con el objetivo común de construir el primer procesador vivo del mundo”, se lee en un comunicado de prensa de la compañía.
Más allá de los organoides
Además de alojar organoides en matrices conectadas a electrodos, la Neuroplataforma de FinalSpark está equipada con un sistema de microfluidos que suministra nutrientes esenciales, manteniendo los tejidos neuronales vivos y operativos durante periodos prolongados.
De hecho, estos organoides pueden ser sostenidos y monitoreados hasta por 100 días, permitiendo a los investigadores llevar a cabo estudios extensos y complejos de forma remota.
Un futuro prometedor para la computación y la sostenibilidad
Si bien la idea de los ordenadores vivos no es completamente nueva, la propuesta de FinalSpark destaca por su enfoque en eficiencia energética y sostenibilidad.
Esto representa una oportunidad atractiva en un momento en que las empresas de IA, con sus redes neuronales artificiales, claman por recursos para sus centros de datos, con la creciente preocupación por las emisiones de carbono y el agua.
La promesa de esta tecnología no se limita a mejorar los modelos de inteligencia artificial, sino que también ofrece la posibilidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de manera general, sin frenar el avance tecnológico.
Fuente: FinalSpark